Reflexión de Navidad

Posted: miércoles, diciembre 24 by VI.A in Etiquetas:
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Que época más maravillosa es la navidad; las casas inundadas de luces multicolores, árboles navideños bajo los cuales se amontonan las esperanzas de muchos niños y, por cierto, de no tan niños también (entre los que me incluyo), de recibir aquél regalo que tanto deseamos, cenas navideñas, en fin, muchos detalles que transforman esta celebración en una de las favoritas de muchos.


Sin embargo, este sentimiento embriagante no afecta a todos por igual: para muchos, esta época del año hace que afloren muchas situaciones tristes, muchos recuerdos de navidades carentes de afecto y de preocupación azotan los corazones lastimados de muchas personas, transformando la festividad en luto.
Lamentablemente, tanto los momentos felices como los tristes tienen que ver con el alejamiento del real sentido de celebración de estas fechas. Sí, pues el motivo reinante de éstas es recordar que nuestro Dios Todopoderoso, tomó la forma de un niñito indefenso, para poder dar cumplimiento con el plan de redención para toda la humanidad.

Resulta triste que muchas personas, incluyendo a cristianos, sólo recuerdan a Cristo en dos momentos del año: en navidad y en Semana Santa, es decir, muchos se acercan a él en sus momentos de mayor fragilidad, y esto condiciona, aunque de manera sigilosa, a la forma en la cual vemos a Cristo. ¿Cómo es posible que confiemos nuestra vida a un bebé en pañales o a un hombre crucificado? ¿Cómo puedes confiar realmente tu vida y todos sus momentos difíciles a Dios si sólo lo recuerdas en sus momentos de mayor vulnerabilidad?
Cristo desarrolló una vida poderosa, demostró ser un Hombre de verdad; valiente, honesto, amoroso, dispuesto a entregar su vida por amor, demostró que, no importando lo que el ser humano hubiera hecho, su capacidad de amar y de perdonar era más grande.
Efectivamente, Cristo nos demostró, a lo largo de sus 33 años de vida humana, que cumplía con todos los requisitos necesarios para ser nuestro Salvador, nuestro ayudador, nuestro amparo y fortaleza, y el ejemplo que debemos seguir para ser hombres y mujeres de valor, con una moral y unos principios sólidos, fundados sobre la roca.

Esta reflexión es para invitarte a recordar los 33 años de vida de Cristo, para que puedas verlo en todas sus facetas, y veas que efectivamente puedes acercarte confiadamente al trono de su gracia.

Quiero invitarte a recordar un trozo de la Palabra de Dios: “Porque un niño nos es nacido, hijo no es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” Isaías 9:6
Ese niño pequeño, se transformó en el Dios fuerte, en el Padre eterno que desea que le busques en cada momento de tu vida, y que te relaciones con él durante todo el año. Este es un desafío, atrévete a tomarlo, te aseguro que cambiará tu vida.

Con Amor,
Eric Dinamarca G.

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